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martes, 6 de julio de 2010

Una mano amiga en tiempos de crisis

Ya nadie recuerda los tiempos en que Ramón era distinto. Cuando jugaba con los niños, dedicaba sus horas al trabajo y estaba dispuesto a servir a los demás.
Todo comenzó con unos tragos… y así se hizo parte de su cotidianidad. Las fuerzas ya no le alcanzaron para decir no a ese vicio que lo consume. Su familia no lo reconoce y él mismo tampoco lo hace, porque el mundo le da vueltas y no sabe, a veces, si está arriba o abajo.
Siempre regresa con la cabeza gacha. Su andar despacio e inseguro denota debilidad tras una noche de juerga. La historia se repite una y otra vez. Los vecinos, aunque lo evitan, no pueden dejar de asomar en sus expresiones, ese sentimiento que nunca deberían sentir: lástima.
Es, entonces, cuando las evocaciones del pasado vienen a la mente de todos. Y es que este hombre antes no era así. Ahora, todos juzgan sus escándalos, su mal aspecto, su desmotivación y desatención con la familia porque el alcohol es para él lo más importante, e incluso, muchos dicen que es lo único importante.
Así transcurre la vida para Ramón. Y esta historia puede ser común para muchos. La dependencia del alcohol es una enfermedad que destruye físicamente, y también la vida social de las personas.
Un coma etílico, estado en el que se pierde el conocimiento, problemas cardiovasculares, polineuritis, cirrosis, pancreatitis, úlcera gástrica… son algunas de las consecuencias de este mal hábito.
La convivencia e interacción con los demás se afecta también. El rechazo, la falta de higiene, la pérdida del empleo, la violencia, separación, accidentes, maltratos, constituyen otras de las secuelas.
Por eso, evitar caer en el consumo abusivo de bebidas alcohólicas es deber de cada individuo como lo es auxiliar a quienes están por ese camino.
Cuando se está en el punto clímax la ayuda médica es lo conveniente. Y aunque las atenciones de un especialista pueden ser de socorro infinito para el paciente, la familia no puede estar alejada. La colaboración de los más allegados es vital para la evolución satisfactoria.
La discriminación con estos semejantes no conduce a situaciones alentadoras, todo lo contrario. Las personas alcohólicas se convierten en seres solitarios y sin apoyo, y si se les rechaza, ese estado puede aumentar.
Aunque el pozo parezca bien oscuro y profundo siempre se puede más. Disfrutar de las cosas buenas de la vida, y sobreponerse de las malas es un derecho de todos y hacerlo comprender a quienes creen que todo está perdido nos hará mejores personas.
Dar la espalda en tiempos de crisis no nos hace crecer. Sin embargo, saber que alguien pudo contar con nosotros, incluso cuando otros dieron la vuelta, aliviará el alma en estos períodos de crisis.
Extender nuestra mano, reflexionar, aconsejar, son acciones que aunque reiteremos no pueden cansar. Porque de eso depende en gran medida que nuestro vecino, amigo, padre, tío… se salve.

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