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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Amantes de una ciudad agradecida

Por Leslie Anlly Estrada Guilarte
Bayamo, ciudad de medio milenio, engendra familias, historias, leyendas y misterios. Es una tierra pródiga por la que muchos derramaron su sangre, ofrendaron sus riquezas, inmolaron sus vidas… Y la Ciudad Monumento honra a quienes les han servido sin descanso, con amor y lealtad, en aras de conservar y desarrollar este territorio, que no olvida ni excluye sus antepasados, sus raíces, arquitectura colonial y republicana, pero que se va erigiendo con ineludibles aires de modernidad. Desde el 9 de octubre del 2003 la Asamblea municipal del Poder Popular aprobó, en el acuerdo número 120, un sistema de reconocimientos y estímulos, que a nombre del pueblo bayamés, se le venía confiriendo desde antes a personas e instituciones, cubanas o extranjeras, con trayectorias destacadas al servicio de la Patria, y contribuciones con el progreso de la ciudad.
De esa manera, la tea incendiaria como símbolo de este pueblo, el escudo municipal, la ventana de Luz Vázquez, y la declaración de hijos ilustres, adoptivos o huéspedes ilustres, representan el homenaje de esta urbe. La condición de hijo adoptivo está destinada para las personalidades que no poseen el privilegio de tener como madre a la tierra que prefirió ser quemada, antes que esclava, pero sienten especial cariño por esta, viven aquí durante más de 15 años si son naturales cubanos, o por más de cinco, en el caso de los extranjeros, y han prestado servicios meritorios a Bayamo. El reconocimiento de huésped ilustre se les confiere a las personas que también han marcado pautas en la existencia de los bayameses. Se incluye a personalidades oficiales extranjeras de alto nivel que nos visitan con la intención de contribuir y fortalecer vínculos de amistad, solidaridad, colaboración y ayuda mutua. Y con el paso de los años a muchas personalidades de la cultura se les ha reconocido por sus aportes y amor incondicional. Según los registros, que comienzan en 1993, el poeta Cintio Vitier y su esposa Fina García, ambos Premios Nacionales de Literatura, son considerados desde ese año hijos adoptivos. A ellos se une, tiempo después, Alexis Pantoja Pérez, artista de la plástica con varios premios y menciones. Bayamo adoptó al cantante y compositor Cándido Fabré, al comunicador y realizador de audiovisuales Juan Ramírez Martínez y al director de la orquesta Original de Manzanillo Wilfredo Naranjo Verdecia, con más de 25 años en la preferencia del público. El museólogo e historiador Aldo Daniel Naranjo, en una entrevista para la revista Bohemia expresó:”Soy un bayamés de moral, de patriotismo, aunque no de sangre”, y es que también él fue adoptado, como un hermano más, por los hijos de este suelo. Otras personalidades ostentan este tributo, uniéndose a ellas, los huéspedes ilustres, personas que laten por la Cuna de la Nacionalidad Cubana, y por todo el archipiélago. Hace 20 años, los bayameses vistieron a la vedette Rosita Fornés con esa distinción, la misma que también disfruta Josefina Méndez, una de las bailarinas más prestigiosas del ballet clásico en el país, y al excelente pianista Frank Fernández. Digna Guerra, directora del Coro Nacional y Premio Nacional de Música, fue declarada en enero del 2007 como huésped ilustre y, coincidentemente en ese mismo año los que aquí nacieron, reconocían a Eduardo Torres Cuevas, historiador, investigador y pedagogo cubano. Y natural de Santiago de Cuba, poeta, dramaturgo, narrador y ensayista, las puertas de esta ciudad siempre están abiertas para Antón Arrufat, Premio Nacional de Literatura con significativos aportes al arte, y para el acuarelista de la poesía antillana Luis Carbonell. Bayamo gratifica los cuidados de hombres y mujeres amantes y predicadores de la cultura, que han mirado sus predios con buenas intenciones, y más, con acciones para el bienestar de su gente. Así, la Ciudad es recíproca con quienes acuden a sus tierras a servirle, y seguirá cultivando hijos y amigos que contribuyan al progreso.

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